
Por Carmela González-Alorda
Hemos visto decenas de películas dedicadas al arte en esta sección sobre cine. Muchas sobre artistas que han logrado forjar su leyenda a través de una vida repleta de sinsabores y desenfrenos, otros con obras maestras que se muestran en cualquier manual que se precie acerca de la época que le tocase vivir, revolucionando percepciones y, a veces, incluso el curso de la historia.
En esta ocasión, el sujeto no es lo esencial, no ahondamos en idas y venidas, manifiestos vanguardistas, fundamentos teóricos o manifestaciones artísticas de primer nivel. Nos centraremos en uno de los rasgos más apasionantes del mundo fílmico, el ‘metacine’. En nuestro caso, la ‘metacreación’. Lo que se quiere decir al muy querido lector es que vamos a hablar de películas donde existan secuencias en las que el espectador se inunda de los deleites del arte, de un modo casi interactivo, entrando directamente en obras pictóricas que se afanan por crear un clima realmente plástico.
Todos recordamos la aclamada ‘Frida’, de la directora estadounidense Julie Taymor, que allá por el 2002 convirtió a Salma Hayek en la impresionante figura que es y seguirá siendo la pintora mexicana. Aunque todo el universo que se plasma parece un sueño de la artista, aquí queremos resaltar tres de las imágenes más bellas de todo el film.
A un poco más de la mitad de las dos horas que dura, sin querer hacer algún tipo de spoiler, se inicia el milagro. Sin duda se rata de una de las secuencias más extraordinarias de la historia del cine. Mientras Chavela Vargas estremece cantando ‘Paloma negra’, Frida se… Leer+ Revistart 207