Charo Velasco Cuevas

Charo Velasco. Barcelona, España (1947)

Inicia los estudios de dibujo y pintura con Rosario Arnau y completa su formación en el Estudio de Adelina Gaeta. Sus primeras exposiciones colectivas las realiza en el Colegio de la Salle Bonanova y en Estudio de Adelina Gaeta. Seguirían numerosas exposiciones colectiva e individuales. Así como una amplia bibliografía.

Con sueños ha rociado la totalidad del lienzo, abriendo paso a la melancolía de las imágenes aletargadas, aquellas que se recuerdan pese a no haberse vivido nunca. La gélida estructura pétrea avista a los transeúntes enmarañados en un paisaje nebuloso y de una luminosidad celestial. El agua quieta parece resguardar a sirenas curiosas que miran escondidas entre las rocas a los hombres que se obnubilan frente a una pintura que parece de cristal.

Un vasto cielo inunda la escena, sonrojado ante la contemplación descarada de quien no ha visto semejante belleza tan cerca jamás. Acariciando a lilas y malvas con prodigiosa exquisitez, las nubes se expanden por doquier, recalando en islas albas y desnudas que se escarpan para atesorar luces y sombras, prófugas ambas en busca de un encuentro fugaz. Entre las piedras fluctuantes encontrarán abrigo, quietud y delicadeza, fruto de la dedicación sin medida de una pintora abocada a esta, casi mística, vocación plástica.

La pincelada amplia acrecienta la sensación de libertad, acentuando las ansias de espíritus sin cadenas que prefieren el vuelo a sumergirse bajo profundos océanos helados, aguas recónditas de incertidumbre, leyenda y seres fantásticos de misteriosa apariencia. Allá en el aire, lejos de los fríos mares, las alas se despliegan dilatadamente, acariciando al viento con plumas pintadas que se calientan con los rayos de un sol adormecido entre cirros de infinidad.

– Por Carmela González-Alorda (Revistart)