Una dimensión alternativa recorre de manera enigmática los cuadros de la pintora. Un estilo de apariencia realista, incluso naif, esconde tras las firmes pinceladas y la contundencia de la línea una fractura de la percepción, un colapso en lo habitual que nos hace repensar las figuras y los paisajes. Las escenas se contemplan desde fuera de sus cuadros, para encontrarnos después dentro del pensamiento de López Román. Los motivos que aparecen en ellos se van repitiendo, entre reflejos urbanos de lluvia, atardeceres intensos, pavimentos mojados y paraguas de colores. El halo de misterio y surrealismo se muestra sutil, surcando la imaginación que reverbera en los entornos queridos por la artista, que observa con su particular intuición. – Daniel Buenaventura