
Por Gonzalo Rodríguez Gómez
Supongamos que tras la superficie de un cuadro se pudieran prolongar las ciudades, la arquitectura y hasta nuestros recuerdos y deseos. De algún modo parece haberlo conseguido Zingraff (Karlsruhe, Alemania, 1947) desde que se alejara de su tierra natal para instalarse definitivamente en Denia, a los pies del Montgó. Su obra, en constante transformación y alejada de lo anecdotario, ha estado conectada desde sus inicios con las propuestas del movimiento De Stijl y la ideología estética y funcional ‘bauhaisana’. Formado en ingeniería por deseo de sus padres, se decantó finalmente por la pintura gracias al apoyo de su maestro Dieter Rick, quien por entonces impartía clases en la Academia de Arte de Karlsruhe.
Es en estos años, alrededor de 1969, cuando el artista comienza a interesarse por la representación de espacios recreados a partir de multitud de puntos de vista, lo que impide al espectador a interpretar sus piezas desde una única posición. Su deseo por trabajar con y desde la luz es lo que le lleva a descubrir países como Italia, Turquía o Francia, siendo finalmente la Costa Blanca el lugar escogido como fuente de inspiración y lugar de trabajo.
Su formación en diversas disciplinas como el vidriado, el diseño y la artesanía le permiten integrar técnicas y elementos tan diversos como la fotografía, los tubos fluorescentes, el ‘collage’ o la pintura en soportes que años más adelante superpondría los unos sobre los otros… Leer + REVISTART 213